AHME, 1918. Centenario A. Flores. Sign. H-318-7 Ver enlace
Este año se conmemora el segundo centenario del nacimiento de Antonio Flores Algovía, Antonio Flores en el callejero de Elche. En el Archivo Histórico Municipal de Elche se conserva el expediente de celebración del primer centenario natalicio de este autor¹ , que debido al cargo de su padre como contador de la Casa de Arcos nacía en el Palacio de Altamira el 16 de diciembre de 1818.
Fue bautizado en la Iglesia de Santa María y a los diez años se trasladó a Madrid, donde se forjó como escritor. Colaboró con los principales periódicos de la época e incluso llegó a dirigir la revista quincenal El Laberinto. Frente a Espronceda o el duque de Rivas, el autor gozaba leyendo a R. Mesonero Romanos o Serafín Estébanez, camino este que le llevó al Realismo. Entre sus obras destacan: Crónicas del viaje de SSMM a las Islas Baleares, Cataluña y Aragón, Fe, Esperanza y Caridad, Ayer, Hoy y Mañana, Historias del Matrimonio y Españoles pintados por sí mismos.
Los promotores de la celebración del primer centenario del natalicio fueron Pedro Ibarra, Jaime Pomares y Manuel Torregrosa que «…acercándose la fecha del centenario del nacimiento del que fue hijo preclaro de Elche», tomaron la iniciativa para solicitar al Ayuntamiento que aceptara colaborar en dichos actos, como así lo recoge el acta de la sesión del Pleno de la corporación municipal de 19 de abril de 1918. En actas posteriores, el entonces alcalde de Elche, Tomás Alonso, propuso nombrar una comisión para organizar los actos de celebración, que fue aprobada por unanimidad, y a la que se sumaron sociedades como: la Cruz Roja, el Casino, el Progreso, Comunidades de Labradores, Industria Alpargatera o el Círculo Republicano, y directores de semanarios como Nueva Illice.
Tras este hecho, y como da testimonio el expediente, se recoge abundante correspondencia enviada y recibida por la comisión, de personajes destacados de la vida cultural y política nacional como: el marqués de Gerona, Jacinto Benavente, la Condesa de Pardo Bazán, el Rector de la Universidad Central de Madrid, Benito Pérez Galdós, Juan Vázquez de Mella, diputados a Cortes de diferentes provincias, e incluso la infanta de España, Isabel de Borbón, entre otros, buscando su apoyo a esta iniciativa y para recaudar fondos. También es de destacar la correspondencia mantenida con el escultor de la lápida conmemorativa de este acto, diseñada por Pedro Ibarra, y con la dueña del Palacio de Altamira, ya que se tenía planeado colocar dicha lápida en el lugar donde nació.
Se completa el expediente con las actas de reuniones de seguimiento para la organización de los actos, los programas de actos, y el libro de caja de la comisión del centenario donde se detallan las aportaciones de dinero de personalidades como el duque de Béjar, Aurelio Coquillat y otros anteriormente mencionados, e incluso de una aportación anónima que asciende a 134,36 pesetas, resultando la mayor de la relación de aportaciones.
Las cuartillas que el sobrino del autor, Antonio Flores Vergara, tiene con Pedro Ibarra son de destacada mención. En ellas agradece el acto y se compromete a contactar con instituciones como las Reales Academias de La Lengua y de la Historia. Explica también que con el nombramiento de su tío como Secretario General de Intendencia de la Casa Real, llegó a tener trato cercano con la reina. Tal confianza suscitó envidias entre altos y allegados servidores reales, formándose una camarilla presidida por un conocido Duque —no se menciona el nombre, pero en fuentes como el periódico El Laberinto apuntaban al duque de Sexto—, que provocaron la salida de Antonio Flores Algovía. Tal disgusto, sigue diciendo su sobrino, le causó al autor una hipertrofia cardiaca, que le provocaría más tarde la muerte. Al enterarse la reina de las miserias de las que había sido víctima y del grave estado de salud, ordenó a sus médicos que le prestaran asistencia y le pagó los sueldos desde que salió de Palacio hasta que falleció.
Su sobrino explica que la obra Fe, Esperanza y Caridad, de gran popularidad, contaba entre sus lectores a la reina Isabel II. Tanto le interesó que pidió al autor que el personaje de la obra El Cabezota no muriera. Dice su sobrino: «la reina así influyó en el argumento de la obra». Cuando murió, el 16 de julio de 1865, a los 46 años, fue enterrado en el cementerio de la Sacramental de San Martín, en Madrid. La reina ordenó imprimir nuevas ediciones de su obra, publicar una inédita, Tipos y costumbres madrileñas; y costeó también los estudios de su único hijo.
La última convocatoria para ultimar el programa de festejos del primer centenario fue el 14 de diciembre de 1918, quedando el programa de celebración establecido en dos días: domingo 15 de diciembre y lunes 16. El programa de actos comenzaba en la estación del tren, para recibir a los familiares del escritor, y seguían el lunes con actos en el Ayuntamiento, un discurso de Pedro Ibarra, inauguración de la lápida y velada en honor al autor en el Teatro Llorente, con entradas desde 30 céntimos.
En el prólogo de la obra Doce españoles de brocha gorda, Antonio Flores Algovía dice: «español sobre todo, bendita sea la estancia de mis padres en la villa de Elche». Este Centenario de celebración en Elche, fue recogido por periódicos nacionales y provinciales, con citas encomiásticas hacia el autor. En el periódico local Nueva Illice, Pedro Ibarra afirmaba: «cuando el aura popular oreaba sus sienes coronadas de gloria y los críticos le aplaudían y los reyes lo premiaban, cuando otros necios orgullosos se hubieran desdeñado de llamarse ilicitanos, él no se olvidó de Elche en medio de triunfos». En esta misma línea escribe un artículo el alcalde Tomás Alonso, haciéndose la siguiente pregunta: «¿Ha de regatear mañana su cooperación en enaltecer a un ilicitano?».
[1] AHME. 1918. Centenario de A. Flores. Contiene: libro de los donantes para los gastos de celebración, boletines oficiales, revistas, carteles, cuentas de ingresos y gastos, correspondencia, libro de caja, libramientos y cargaremes. Sign.: H 318, nº 7.