Julio: El santo de Jaume el Barbut

Julio: El santo de Jaume el Barbut

AHME. Sig. E 31-5 Ver enlace


E-31-5-01pLa celebración de la onomástica o el santo tiene que ver con la coincidencia de tu nombre con el calendario del santoral. Es costumbre que se celebre este día, así como se celebra el cumpleaños. En el mes de julio hay varias onomásticas muy populares porque dan lugar, además, a las fiestas de muchos pueblos. Es, por ejemplo, el caso de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, el día 16, o la de San Jaime, el día 25, fecha en la que los ilicitanos se iban a plantar las barracas a Santa Pola.

De forma tradicional o no, el caso es que también quiso celebrar su santo un personaje que ha quedado en el trasfondo de nuestra memoria de una manera un tanto épica: el popular Jaume el Barbut, bandido de la sierra de Crevillente.

Jaime Alfonso, como así se llamaba, quiso celebrar su onomástica en el lugar conocido como les Torretes, en el camino del Marchante en Crevillente, tocando la guitarra, cantando, bailando y comiendo higos chumbos, con la gente de su cuadrilla y muchas personas del pueblo que se acercaron allí. Después de esta celebración varias personas fueron apresadas y sometidas a juicio. De sus propios testimonios y de los testigos de este hecho nos habla el documento del mes de julio.

Jaume el Barbut nació en Crevillente en 1783. Fue un célebre bandolero que hizo de la sierra de su pueblo un lugar donde cobijarse de las múltiples acciones de bandidaje que cometieron él y su cuadrilla y un centro estratégico de su actividad. Aunque no únicamente allí, ya que su ámbito de acción se extendió por las montañas del sureste alicantino y el noreste murciano.

Su apoyo a los más desfavorecidos despertó la simpatía de una parte de la población e incrementó su leyenda. Sin embargo, Jaume estaba adscrito a la causa absolutista. Y esto es así porque el gobierno liberal, a su llegada al poder en 1820, promulgó un indulto general el 31 de agosto de ese mismo año, que excluía a aquellos que se dedicaban al bandidaje, ya que su número había aumentado considerablemente. En esta tesitura, no es que Jaume se convirtiera en un ferviente defensor del absolutismo como opción política, pero sí que manifestaba su desacuerdo con el grupo en el gobierno tirando y rompiendo el escudo constitucional de cada pueblo en el que entraba, lo que se convirtió en su modus operandi.

Bien por miedo, bien por simpatía o apoyo, el caso es que la figura del Barbut permanece en nuestro imaginario colectivo. Sus correrías han sido transmitidas de forma oral de una generación a otra, siendo muy pocos los documentos que se conservan que hablen de él. Por eso, tiene importancia este testimonio que presentamos, no exactamente de su persona, pero sí de una forma de vida que tuvo que ver con su actividad de manera que podemos decir que, en ese sentido, este documento se convierte en excepcional gracias a los datos aportados por inculpados y testigos.

En Crevillente y a 29 de agosto de 1822 es cuando comienza este expediente de autos dando cuenta de que estaban en la cárcel José Pérez de Lledó, Joaquín Pérez Juan y Manuel Roch Pomares por sospechosos de pertenecer a la cuadrilla de Jaime Alfonso y haber estado celebrando juntos el santo de este en el punto denominado “Torretes”. Además, José Fuentes, el Bolero, no había podido prestar declaración por encontrarse enfermo.

Los testimonios acerca de la conducta de ellos no les auguraban un buen porvenir, puesto que son calificados de “holgazanes” sin oficio ni beneficio conocido y espías de la cuadrilla y Manuel Roch era cuñado de un miembro reconocido de la cuadrilla de Jaime Alfonso, conocido por el Manteller, eso sí, todos ellos calificados de “pobres miserables”. Pero la importancia de este documento reside en los detalles que se dan en cada uno de los interrogatorios, que lo convierten en un documento antropológico muy interesante.

Este proceso se prolongó durante meses. No demasiado tiempo después, Jaume el Barbut fue ajusticiado en una operación no demasiado clara a juicio de algunos autores, puesto que antes se había acogido a un indulto y él mismo se dedicaba a la persecución de malhechores trabajando para el Ayuntamiento de Murcia. Fue unos días antes de que pudiese celebrar otra vez su santo: el 5 de julio de 1824.