AHME. Sig. b 60 Ver enlace
Día 9 de octubre de 1790, a la una y minutos de la mañana fue el terremoto. El Comandante General, su hija y criados perecieron entre las ruinas del palacio de la Alcazaba. El Gobernador en las ruinas de su casa. Tomó el mando en jefe el Brigadier Coronel de Navarra, conde de Cumbre Hermosa, cuya hija pereció también. Al amanecer ya se contaban 18 terremotos. Solo de tropa y empleados fallecieron 639 personas y del pueblo etc. hasta 3.000. De tropa solo quedaron 1.600[1].
El que esto escribe es fray Tomás Catalá, último comendador del convento de la Merced de Orán, en un Diario en el que fue desgranando la larga sucesión de temblores que se repitieron durante los meses siguientes.
Días después de que se produjera este primer gran movimiento sísmico y el más trágico de los temblores, el gobernador de Orán redactó, por orden del rey Carlos IV, una “noticia exacta” sobre la destrucción de la ciudad a causa del terremoto y de las posteriores réplicas para dar cuenta de la veracidad de lo ocurrido en esa plaza. En ese informe manifiesta lo siguiente:
(…) me hace graduar este suceso es más riguroso y raro que refieren las historias porque se han visto ciudades destruidas sin quedar piedra sobre piedra, otras sumergidas sin quedar viviente en ellas o la muerte ha acabado las fatigas o tenían tierra donde retirarse, y si eran cogidos por los enemigos habían tenido antes en su mano la elección de la vida o de la muerte y en ninguna los mismos moradores [ha] sido su verdugo. Más en la nuestra, veíamos la muerte a un lado, al otro la esclavitud, el socorro pendiente de las olas del viento, y la ciudad poblada de foragidos (sic). Estábamos a la vista de estos daños casi ciertos y sin otro recurso para huir de ellos que la fatiga está reflexionarlos[2].
Este fragmento se refiere al hecho que más agravó e hizo insoportable la vida de la población en esas condiciones tan adversas de la naturaleza: la presión que ejercieron las tropas del bey de Mascara para hacerse con el gobierno de esta plaza, en vísperas de acabar el Oranesado.
Son dos documentos que tienen autores, ritmo, voz, informaciones y tiempos distintos pero son complementarios y suponen una fuente o recurso informativo no siempre al abasto general por su propia peripecia vital.
Si bien los documentos hablan de la destrucción de Orán, no es menos cierto que, a través de ellos podemos levantar el imaginario reconstruido de la misma: los principales edificios; cómo estaba defendida mediante el recorrido para comprobar el estado de las murallas; cómo gestionaban la intendencia por la falta de víveres; o cómo vivían ese día a día cotidiano que jamás se pierde a pesar de la situación de catástrofe, relatándonos acontecimientos como una boda entre moros de paz, con sus bailes y festejos. El peor hecho entre la población de dentro de la ciudad y las tropas del bey alojadas afuera era, por descontado, la traición, ya que la situación de presión era trágica y el intercambio de prisioneros habitual.
Estamos por tanto ante dos documentos de singular y amplio testimonio tanto urbanístico, militar como antropológico, pero lo que queremos destacar, asimismo, es el largo viaje que estos documentos, el Diario y el memorial del rey, hicieron hasta llegar al AHME. Ambos documentos fueron escritos en Orán y sus copias remitidas al monasterio mercedario de El Puig, de Valencia. Allí, fray Agustín de Arques Jover hizo, con posterioridad, una copia manuscrita de ambos, junto con otros documentos procedentes del convento de Orán. Este fraile mercedario, nacido en Cocentaina, fue archivero general de la Orden de la Merced de Madrid. Copió numerosos documentos, no solo del archivo madrileño, sino también de otros archivos donde estaba destinado. Su fondo personal de manuscritos lo legó al convento mercedario de Santa Lucía de Elche porque fue aquí donde pasó sus últimos días. Tras el proceso desamortizador los documentos del convento sufrieron desigual suerte. Parte de este fondo personal (un total de 12 manuscritos) fue recuperado, en diferentes circunstancias, por los hermanos Aureliano y Pedro Ibarra, en momentos que no podemos precisar, salvo alguno en que consta que fue comprado en una librería de viejo en Valencia.
[1] AHME. Colección de Pedro Ibarra. Arques Jover: Papeles de la Merced. 1794. “Noticias extractadas del Diario que sobre los terremotos de Orán escribió fray Tomás Catalá. Sign.: b 60, ff. 12-21.
[2] AHME. Colección de Pedro Ibarra. Arques Jover: Papeles de la Merced. 1794. “Destrucción y terremotos de Orán. Relación hecha por el gobernador de Orán al rey sobre los terremotos y destrucción de Orán”. Sign.: b 60, ff. 2-11.