AHME, sig. 91-8 Ver enlace
En la década de los 60 del siglo XX se derribó el antiguo cuartel de caballería debido a su estado ruinoso. En su lugar fueron edificadas viviendas y por el color de estos nuevos edificios que se levantaron son conocidos como los “Pisos Azules”.
Este edificio, que en su momento debió tener una presencia muy contundente, comenzó a construirse en 1757 y podía dar albergue a más de 100 soldados. Su deterioro debió comenzar cuando abandonó su función original para la que fue construido y sirvió para dar alojamiento a familias muy humildes. Hasta que fue derruido este edificio, sufrió un proceso lento de degradación. El documento que mostramos pudo significar el principio del fin: cuando se piensa en un ensanche para la ciudad y este edificio no cumplía con las normas higiénico-sanitarias que se habían establecido hacía unos años.
El 20 de mayo de 1931, Juan Brufal Miralles, teniente de alcalde y presidente de la Comisión de Beneficencia y Sanidad, denunció en el Pleno ordinario del Ayuntamiento el estado insalubre en que se encontraba el edificio del Cuartel manifestando que: “en su casi totalidad se halla arrendado para vivienda siendo los locales tan inmundos que es increíble que en él puedan habitar seres humanos”. Pero sí vivían. Había setenta y tres viviendas ocupadas. El Pleno acordó por unanimidad que el subdelegado de Medicina de Elche, el médico Manuel Pascual Urbán, hiciera una visita de inspección a este edificio por si fuera necesario declarar inhabitable el edificio y para que se adoptaran las medidas necesarias ya que en el caso de considerarse en ruina quedarían numerosas familias en la calle. El expediente que se generó a partir de la decisión del Pleno y consiguiente informe del subdelegado de Medicina es el documento que hemos elegido como documento del mes y lleva por título “Sobre el mal estado sanitario del Cuartel”[1].
El informe comienza describiendo el cuartel: constaba de cuatro cuerpos o pabellones formados por planta baja y piso principal de forma cuadrangular. Cada una de sus fachadas estaba orientada a uno de los cuatro puntos cardinales, con una longitud de este a oeste de 83 metros y de norte a sur de 93 metros, siendo la fachada principal la que miraba al sur. Cada cuerpo del edificio tenía una altura de fachada de 10 metros y de fondo 14 metros. En el interior quedaba un amplio patio de 69 por 79 metros en el que había instalado una pequeña plaza de toros, también había un trinquete que se usaba de cantina y frontón.
Según el informe del subdelegado de Medicina había un total de 37 habitaciones dedicadas a vivienda en el piso bajo y 36 en el piso principal, además de 12 locales destinados a almacenes. El problema de la deficiente salubridad venía dado por la escasa ventilación directa de los habitáculos, por los retretes y por los pozos ciegos, junto con los espacios destinados a corrales que estaban en malas condiciones de limpieza. Algunas viviendas no tenían ni cocina ni retrete, abundando más la falta de este último. La Comisión de Beneficencia y Sanidad calificó el informe del subdelegado de Medicina de “concluyente y categórico” proponiendo la tramitación de un expediente en juicio contradictorio.
El edificio del Cuartel se encontraba incluido en la zona del plano del ensanche y, por tanto, el informe está basado en la Real Orden de 9 de agosto de 1923 sobre “Condiciones higiénicas de las viviendas y prescripciones técnico-sanitarias para ensanche y reforma interior de las poblaciones” y la rectificación posterior publicada en la Gaceta de Madrid el 9 de marzo de 1924. Atendiendo a lo expresado en estas prescripciones, solo dos viviendas reunían las condiciones higiénicas mínimas, es decir, obtuvieron la calificación “A”. Un buen número de las viviendas obtuvieron la calificación “B”, que se refería a las que podrían mejorar su condición mediante la realización de obras. Pero hubo otro número de viviendas, especialmente las del pabellón situado al norte, que estaba derruido y en el que solo quedaban en uso 5 viviendas, que fueron calificadas con la letra “C” referida a las que exigieran reformas de importancia para alcanzar la calificación mínima de condiciones higiénicas o bien directamente su demolición. El informe hace referencia, además, al aspecto general de falta de limpieza e higiene de todo el Cuartel.
Como la mayoría de viviendas precisaban reformas, se realizó un nuevo informe por el Técnico de Obras del Ayuntamiento para estudiar las diferentes circunstancias de reparación —si fuera posible— de cada una de las viviendas y si era necesario su desalojo mientras durasen las obras y el tiempo que durarían. El Ayuntamiento tenía potestad para exigir al propietario que realizara las reparaciones pertinentes sin demora, pero si las familias necesitaban trasladarse de allí mientras duraban las obras, esto suponía otro problema a resolver. El interés último era saber si podían o no podían higienizarse y cómo, ya que algunas viviendas no tenían siquiera los metros mínimos requeridos a no ser que se unieran varias de ellas y ampliaran su superficie.
Finalmente, debido a la dificultad de realización de estas obras el Ayuntamiento Pleno acordó por unanimidad se continuara expediente en juicio contradictorio, con audiencia de propietarios e inquilinos. La comunicación del procedimiento a todos los interesados puso fin a este expediente, pero no significó el fin de la mala salud del edificio. Tuvieron que pasar algunos años más hasta que en 1959 comience el expediente contradictorio de ruina.
Nos llama poderosamente la atención que un edificio de tanta capacidad y presencia en nuestra ciudad haya sido escasamente objeto de investigación. Necesitamos que se conozca su historia y la incidencia que tuvo en nuestra ciudad durante los dos siglos de su existencia.
[1] AHME. 1931-1932. Expediente sobre el mal estado sanitario del cuartel. Sign.: 91, nº 8.