BIBLIOTECAS

Nuestra historia

Orígenes de las bibliotecas en la ciudad.

Rafael Navarro Mallebrera (2002) destaca la existencia de bibliotecas públicas en Elche en el s. XIX, cuando en 1835 la Real Sociedad Económica de Amigos del País fundó la primera, de la que no han quedado más pruebas que la de su mera existencia. Posteriormente, en 1869, a raíz de la creación por el Ministerio de Fomento de las denominadas Bibliotecas Populares, la ciudad solicitó dos, una para el Ayuntamiento (26/5/1889) quien, pese a obtener el permiso y los libros, jamás llegó a abrirla, y otra para el Círculo Obrero, el cual rechazó el lote de libros por su parquedad y escaso interés.

 

Mención aparte merece, ya en el s. XX, la Biblioteca Popular Maciá, fundada por el Ayuntamiento en un kiosko de la Glorieta para exclusiva lectura en el citado jardín, y que la revista Elche, en 1929, con motivo de haber desaparecido dos tercios de sus fondos, la denomina: “…bibliotequilla … un adorno, una flor más en el jardín, hecho tan sólo para fines de ornato y esparcimiento…”

Esta falta de lectura pública vino siendo paliada hasta 1939 por las bibliotecas de las asociaciones obreras y partidos políticos, alguna de ellas de cierta importancia, como la ya citada del Círculo Obrero y la del Círculo Republicano Radical, que incluso llegaron a funcionar como bibliotecas públicas, acogidas a la normativa estatal y, por tanto, obteniendo lotes de libros. Cabe destacar también, ya que servirá de cimiento para la biblioteca municipal, la del Instituto de Segunda Enseñanza, sin duda la mejor dotada.

Concluida la Guerra Civil y procedentes de la Junta de Requisación quedaron en poder del ayuntamiento los fondos de las bibliotecas de los partidos y asociaciones que formaron parte del Frente Popular, así como la del clausurado Instituto de Segunda Enseñanza. Paradójicamente, en 1939 la Comisión Municipal Gestora creó con este material, la Biblioteca Municipal, que abrió sus puertas en 1940 con dos secciones: infantil y adultos en una misma sala

Además, el ayuntamiento contaba con la biblioteca de D. Pedro Ibarra, cedida por su viuda a la ciudad en 1939 y un pequeño lote de libros procedentes de los conventos ilicitanos desamortizados, que no fueron vendidos.

Etapa de cambios: década de los 60 y 70.

Veinte años más tarde, en 1959, el Ayuntamiento suscribió un convenio con el Centro Provincial Coordinador de Bibliotecas mediante el cual la Biblioteca Municipal pasaba a formar parte de la red dependiente del Servicio Nacional de Lectura.

Contrariamente a lo que era de prever, tal convenio no significó la adaptación a las necesidades de una ciudad que comenzaba, no sólo a ampliar el horizonte educativo de sus habitantes, sino a multiplicar por mucho su número, pasando entre 1960 y 1970 de 73.000 a 122.663, en tanto la biblioteca permanecerá anclada en sistemas descriptivos del s. XIX y con tan sólo 24 puntos de lectura y, en consecuencia, inútil para su propósito primero, fomentar la lectura.

Esta caótica situación se mantendrá hasta 1977, fecha en que el Servicio Nacional de Lectura y el Ayuntamiento elaboran un proyecto tendente a dotar a la ciudad de una red de pequeñas bibliotecas públicas, aneja a centros escolares, con el objeto de cumplir la doble misión de biblioteca pública y biblioteca escolar, pese a las reticencias de los servicios técnicos del Servicio.

La red de bibliotecas municipales.

Consecuencia de ello, en 1978 entró en funcionamiento un bibliobús con una dotación de 6000 volúmenes y 21 paradas y entre ese año y 1982 se abrirán al público las bibliotecas: Palmeral, La Alcudia, Carrús, Baix Vinalopó, todas ellas con un lote fundacional de 3500 volúmenes y las secciones propias del servicio: hemeroteca, sección infantil-juvenil, préstamo y sección de referencia.

La red permanecerá invariable, salvo en un consiguiente aumento de fondos, hasta 1987 en que, por una parte, se inicie la construcción de bibliotecas en las pedanías: Torrellano (1987), El Altet (1991) y, por otra, se comience un estudio sobre la funcionalidad de las bibliotecas, cuya doble misión de biblioteca pública y biblioteca escolar se había mostrado poco eficaz y que desembocará en una nueva ubicación de éstas, con el consiguiente abandono de su función escolar.

Así, en 1991, como consecuencia del estudio anterior se diseñó un modelo urbano basado, en una primera fase, en la transformación de las pequeñas bibliotecas de barrio en centros de capacidad media, bibliotecas de distrito, anejos a dependencias socioculturales, y con posibilidades de atender a poblaciones alrededor de 40.000 habitantes. Es decir, determinar una red urbana de bibliotecas de distrito, dotar a las grandes pedanías de pequeñas bibliotecas y un bibliobús actuando sobre la población dispersa del campo de Elche, con un modelo de centros con el cien por cien del material en acceso directo.  Como consecuencia de este proyecto se trasladaron las bibliotecas Carrús, Baix Vinalopó y la Alcudia, las dos primeras a zonas de mayor densidad de población, aumentando su superficie, y la tercera a la pedanía de La Marina (1994). La biblioteca de Altabix se inagurará en 2001 y las infantiles Mestre Pep Sempere (Altabix) y Gloria Fuertes (Toscar) en 2008 y 2011 respectivamente.

La biblioteca central Pedro Ibarra: el convento franciscano de San José.

Tras la aprobación de la Constitución, la suscripción de un nuevo convenio con el Ministerio de Cultura permitió la construcción de un gran edificio biblioteca, acorde con las necesidades de la ciudad, rehabilitando para ello los restos de un convento franciscano de fines del s. XVI, al que se trasladaron los fondos de la primera biblioteca municipal.

Concluido el edificio en 1982, cuando ya se había producido la transferencia de las funciones y servicios del Centro Nacional de Lectura a la Generalitat Valenciana, ésta unificó la administrativamente dispersa red local, al declarar al nuevo centro Biblioteca Central Coordinadora de las restantes de la ciudad.